ARISTÓTELES dejó escrito:

ARISTÓTELES dejó escrito:
"Desde Italia hasta el país de los celtas, celto-ligures y los íberos, dicen que hay un cierto camino, llamado el "Camino de Heracles", por el cual si un griego o un viajero nativo, que es visto por las tribus vecinas es protegido para que no pueda recibir ninguna lesión; y para aquellos, que si la produzcan, tienen que pagar un multa."
Tratado aristotélico "De las maravillas escuchadas" (De mirabilibus auscultationibus) Siglo IV a.C.

ENEAS - VENUS - APOLO

El "Tablero de la Oca" recrea en Hispania, las tierras conquistadas por Augusto, el viaje de Eneas desde Troya hasta el Lacio. Augusto era un nuevo Eneas, y establece una nueva ruta, la que los peregrinos deben realizar en viaje inicático hasta el Fin de la Tierra.

Según la leyenda, el príncipe troyano Eneas, tras escapar de la destrucción de su ciudad y después de andar errando largo tiempo por el Mediterráneo, desembarca en la costa del Lacio donde reina el rey Latino, con el que forma alianza.
Ascanio, hijo de Eneas, venido de Troya en su compañía, funda la ciudad de Alba, donde reinan, después de él, una serie de reyes, descendientes suyos.
ENEAS ABANDONANDO TROYA

El último, Procas, deja dos hijos: Numítor y Amulio. Numítor el mayor y heredero legítimo, es derribado por Amulio, que relega a la hija de aquél, Rea Silvia, entre las Vestales. A pesar de esta precaución, Rea Silvia, fecundada por Marte, tiene a los gemelos: Rómulo y Remo a los que Amulio manda abandonar en las aguas del Tíber. Amamantados por una loba, los gemelos sobreviven y, cuando son mayores, matan a Amulio y devuelven el poder a Numítor, que les concede, para establecer allí una ciudad, el lugar mismo en que habían sido recogidos del río: la colina del Palatino.
Así, según esta leyenda, los romanos conectaban su origen con el más prestigioso mito griego: la guerra de Troya, por lo que, en ocasiones, los poetas llaman a Roma, la Nueva Troya.
Tras matar a su hermano, Rómulo se ocupa en edificar la ciudad. La leyenda dice que la fundación tuvo lugar el 21 de abril del 753 a.C.

En el siglo I a.C., Virgilio inició su obra más ambiciosa: La Eneida, la epopeya nacional romana que narraba el viaje de Eneas, superviviente de la guerra de Troya, quien tras numerosas aventuras (entre ellas un romance con la reina Dido, la fundadora de Cartago, a la que dejó lastimosamente abandonada) llegó a Italia, donde fundó la ciudad de Alba, en la que más tarde nacería la madre de Rómulo y Remo.

Eneas, de su unión con Venus, tuvo un hijo llamado Julo, del cual descendía la gens Iulia, y en particular Julio Cesar y su hermana, la madre, Octavio.

VENUS Y SU VIEIRA

Julio Cesar había alentado la leyenda de que, la gens Iulia, descendía de Eneas y Venus. Octavio Augusto, como hijo de Cesar, estaba interesado en legitimar su poder mostrándose como descendiente del troyano Eneas y de esta divinidad.

Fue el propio Octavio el que encargó la obra a Virgilio, dentro de su programa de fomentar los antiguos valores romanos, y resaltar así su linaje mitológico. Octavio, al igual que Eneas, posee una predestinación individual o Moira, que es la de fundar una Roma aeterna que gobierne los pueblos mediante la justicia y se base en los postulados de la filosofía del Arkhé.

Virgilio recogió el mito secular de un Eneas troyano que funda la ciudad de Roma. El viaje de Eneas es una iniciación, como en los Misterios de Eleusis. Se arranca del desorden, que fue el final de Troya y, después de varias pruebas, se nace al presente -Roma-, que pasa a ser el presente decisivo.

Para Octavio, los valores supremos son el Orden y la Armonía (arkhé) y solo éstos son los que posibilitan la presencia de la luz entre los hombres (ciudadanos) y facultan así la percepción de la "Urbs perfecta".

Octavio, desde su estancia en la Academia de Apolonia, y ser iniciado en los misterios del dios Apolo, siente una especial devoción por el dios solar. Aseguraba que había intervenido a su favor, durante la batalla naval de Accio (31 a.C.), en la que derrotó a la flota de Cleopatra y Marco Antonio.

Así, la creencia de que el Apolo de Delfos había contribuido a la victoria de Accio, llevó a que Augusto le erigiera un templo en sus dominios privados del Palatino; poco más tarde, el Apolo de Augusto pasó a ser el receptor de los Libros Sibilinos.

Octavio se sentía especialmente vinculado con Apolo. Acia, la madre de Augusto, había acudido, a medianoche, al templo de Apolo para un sacrificio solemne, quedándose dormida en la litera, mientras se iban las otras mujeres; estando tendida se deslizó a su lado una serpiente, retirándose poco después; al despertarse, se purificó como si hubiese salido de los brazos de su esposo y, desde aquel momento, le quedó siempre en el cuerpo la imagen de una serpiente, imagen que nunca pudo borrar y por lo cual no quiso mostrarse nunca en los baños públicos; Octavio nació diez meses después y, por esta razón, pasó por hijo de Apolo.

Octavio se sentía, por herencia, especialmente dedicado y protegido por los dioses Apolo y Venus.

En la estatua de Primaporta, en la que se presenta vestido de general victorioso sobre hispanos y galos, en su coraza, artísticamente trabajada, hay un mensaje político. Entre otras imágenes, al lado de su pierna derecha, existe un pequeño Eros, que emparentaba públicamente a Augusto con Venus, antepasada de Eneas, ancestro de Rómulo. En la parte central, entre otras imágenes de dioses, está Apolo, que aparece con su lira, el instrumento característico del espíritu cultivado porque, tocarla adecuadamente, exige conocimientos superiores sobre aritmética, armonía y otras artes. Monta el dios un monstruo alado, un grifo.

Apolo era un dios polivalente, con extraordinario prestigio y Augusto deseaba ser visto como persona bajo su directa tutela y adornada con sus cualidades, sobre todo, desde su victoria contra Antonio y Cleopatra en la batalla de Accio.

AUGUSTO PRIMAPORTA SEÑALA EL NUEVO OCCIDENTE

Por otro lado, Apolo es invocado en el relieve, como dios de la luz, ya que es el dios solar rodeado por un marco cosmológico, por el Cielo y la Tierra, están Caelus, el Cielo, el griego Urano, que despliega su manto para albergar al mundo y a los mortales. Por dicho manto recorre la bóveda celeste el Sol, en su cuádriga, renovando su carrera cada día y trayendo calor y luz al Universo. Por delante del carro solar vuela el Rocío, que lleva en su mano izquierda la jarrita humectante y junto al carro, la Aurora que anuncia la llegada del nuevo día, compañera inseparable del Sol. La luminosidad de éste se haya representada por la antorcha de Fósforo, inscrito en el disco del Sol y compañero del Rocío.

Octavio se presenta en esta escultura de Primaporta como Príncipe (arkhonte), como el nuevo Eneas que ha consquistado el lejano occidente, y que bajo la protección de los dioses Apolo y Venus, dioses que representan a los guías del camino iniciático, -Apolo, dios solar durante el día, Venus, diosa luna en la noche-, puede señalar a los hombres el lugar donde establecera la nueva Roma del extremo occidente, la nueva ciudad sagrada que por él será fundada.

VER: "CALLIS IANUS". EL ORIGEN DEL CAMINO

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